sábado, 24 de agosto de 2013

AL GRAN POETA


MODESTO HOMENAJE A JORGE L.BORGES EN EL DÍA DEL ANIVERSARIO DE SU NATALICIO.


Alto, erguido, ojos velados y mirada al universo. Soberbio, avasallante, de espalda ancha para los que digan y sabia esencia para los que piensen.

Soledad de soledades, siempre tan lleno de gente, iluminado caballero con reminiscencias de rey, capaz de enardecer al vulgo y excitar aristocracias.
Fríos laberintos te recorren en medio del gran jardín. El espíritu de tu Asterión se golpea contra las paredes de la razón.

La coraza que te esconde es casi tan vieja como tu cuerpo, se está pegando a tu alma y ya no lloras por no haber sido feliz. Tal vez tu fuerza, tu pulsión, se ha quedado en la prosa de alguna aventura interna, o en el verso medido que te desborda.

Me pregunto Poeta, dónde quedó tu Ariadna, dónde está la mujer que te inició en el amor, ésa que también arrulló distancias, que te dolió en todo el cuerpo y te dejó abandonado en algún espejo de indiferencia.

Vendaval que siembras ideas encontradas, porque tú mismo eres todos los opuestos.
Remanso de dioses resucitados, fuente de estilo, de contenido y de lírica.

Arma de doble filo, agudo y sensible, señor entre los poetas y poeta en la humanidad.
Hombre de luces ancestrales y palabra prodigiosa. Pensamiento, verso, prosa, obra infinita, profunda y misteriosa que como “...el mar, el siempre mar...ya estaba y era.”

NORMA ARISTEGUY

domingo, 18 de agosto de 2013

SOBRE EL ARTISTA: CAROL BAK.



Gracias a este magnífico blog que nos cuenta acerca del artista polaco: Karol Bak.

http://www.enkil.org/2009/01/12/karol-bak-la-glorificacion-femenina/

LA GLORIFICACIÓN FEMENINA.

Karol Bak es un admirador de la mujer. El es un glorificador de la feminidad. Sus pinturas captan una forma fenomenal y cautivadora de la belleza.

Parece que su deseo sea revelar sus almas, y así, mediante diferentes métodos, examina las partes más profundas de su naturaleza.

Sus heroínas fluyen en los sueños, aparecen en el inmenso espacio; ellas son ángeles, perlas divinas, la personificación de los elementos; asesinadas reencarnadas (Judyta, Salome) e incluso la muerte (Thanatos).

viernes, 16 de agosto de 2013

ALLÍ...




Allí donde mueren las hojas, donde la voz se atraganta.

Allí donde los versos se difunden, donde el agujero de la memoria se parte en dos.

Allí donde la flor se recuesta sobre un nombre, allí donde Piazzolla irrumpe en el recuerdo.

Allí… en el festival de imágenes desordenadas, me echaré a dormir el último sueño. Le sonreiré a los mirones de la vida y cavaré mi hueco entre placas y crucifijos.

Morderé un adiós y reiré de todos los olvidos, de todos los juicios, de todas las intrigas.

Cuando se pudran las letras que me nombran, quizá yo vuelva y así, me repita.
Quizá vuelva y te abrace agotando tus fuerzas.

Norma Aristeguy.

(Banco de imágenes)

sábado, 18 de mayo de 2013

DE...




De...Cuántos sinsabores caben en una palabra extremadamente
corta y tan vieja como el mundo. Es de...y ya ahí comienza una historia, que tiene que ver con la posesión y las posesiones, parienta cercana de la ambición y el egoísmo.

Mujeres ... la pertenencia de. Los padres, los hijos, el marido de...
La casa, el trabajo. La vida de…
La preposición se oculta hasta en el apellido. Un buen día una comprende que nuestro ser acá en la tierra es de alguien y más allá, también.
De pronto somos el honor de, o la desesperación de, o la perdición de…

En nuestro idioma, se casó al principio de las letras, una vocal con una consonante, en el inglés también. ¿Será ése el comienzo del sometimiento?
¿Serán dos letras las causantes del mal en el mundo?

Todo aquí tiene dueño: la pobreza, la riqueza, la guerra, la miseria, la salud, la enfermedad, la traición, la esperanza, la paz...Y todo pasa por el puente de la palabrita, es el nexo cómplice, el sonido siempre con voz de mando, de decreto, de decisión.

A veces es la presente ausente. En la desnutrición es la falta de...y sigue siendo la aliada de los perversos, o, lo que es peor, de lo perverso, de esa manera su alcance en esta persecución es casi hasta el infinito.

Probablemente no ha reparado, amparada en el poder que le ha dado su significado, que es presa de una enfermedad endémica, el analfabetismo. Y que éste es sumamente peligroso no sólo para quién lo porta, sino también para el resto, porque contagia a dueños, patrones, conquistadores y evangelizadores. Es el camino seguro a la invasión enmascarada de... la palabra, el pensamiento, la bandera que golpea con costumbres extrañas, ajenas, en el carnaval de...la cultura importada con el caos pegándole en los talones.

Hay un payaso siniestro vestido de plata y oro que se gesta en su panza de preposición acaudalada, seduciendo a unas y a otras, a vocales y consonantes, y riendo a carcajadas de la ley les hace cosquillas a los jueces, hasta conseguir un grado de risa tal, que vuelca los tratados en la copa del deshonor, o prende fuego a los demás signos hasta lograr la muerte de una palabra: razón.

Siguiendo el hilo de la coherencia amontonamos sonidos, para encontrar siempre un dueño en los extremos.
La risa se convierte en la mueca descarada de...alguien, y se instala en el alma de...las sombras del poder.

Muy pequeña en apariencia pero su onda expansiva abarca desde lo cotidiano a lo planetario. Baja y regordeta en nuestro idioma, enjuta y reprimida en el inglés, ambas son una sola idea: acaparar.

Con igual sonido que la cuarta letra del alfabeto castellano, sola o acompañada, tal vez para confundir.

El mundo es de...el país es de...somos de...soy de...Ni la magia puede salvarnos.

O quizá, si mudáramos de pensamiento, si nos sintiéramos en...
en la esperanza...
No.
Aún seguiría siendo la esperanza de...


NORMA ARISTEGUY

sábado, 4 de mayo de 2013

IMPERDONABLES COBARDÍAS




Imagen: Norma Aristeguy. (Pastel sobre cartón)



Me pregunto por qué, por qué has aparecido como un ramalazo de vida pronto a sucumbir.
¿Quién te ha hablado de mí?

Habían muerto todas las letras de tu nombre, fui a tu funeral y ellas me acompañaron, lloraron en mis ojos, y se despidieron de vos enfilando primero las consonantes, y luego por partes iguales, las vocales.

Me quedé entre la brisa de la tarde y tus palabras. Me arrodillé frente a tu tumba y recordé nuestra canción.

Escuché el canto de los pájaros a esa hora de la tarde en que también ella desfallecía, volví a limpiar para dar brillo a las dos sílabas de tu nombre, puse una flor estrujada sobre tu última cita, miré a mi alrededor bebiéndome cada ruido del paisaje para que ya no despertaras jamás.

Te dije adiós entonces con la rabia de quedarme sola, con el pesar de tu muerte repentina. Comencé a usar el reloj mudo, sin horas que me marcaran tu falta.

Me puse de pie, me vestí de rojo, me prendí un par de aros de luz, levanté la cabeza y salí de allí.
Hice la señal de la cruz, lo que no era costumbre en mí, pero lo hice, como un conjuro irrespetuoso por hacerte responsable de tu muerte.

No hubo cortejo. Estaba sola. Un inmenso desierto se presentaba frente a mí. Otra vida diferente me esperaba y desde ese mismo momento aparté los signos que te recordasen. Las noches en que soplaba el viento espanté lejos a los sonidos que pudieran traerte de regreso.

No usé luto, ni tristezas, jamás mi boca te volvió a nombrar. Jamás nadie se atrevió a preguntarme.

Me moví por un abecedario roto, con agujeros en su hilera. Vos no estabas. No existías.

Hasta esa mañana de otoño en que viniste a buscarme tembloroso, y te atreviste a poner tu voz en mi nombre. ¡Tu voz! ¿Por qué no la enterré también aquella mañana veintitrés años antes? ¿O fueron cien?

¿Qué culpas de amor te han abrasado a fuego lento para destruir así la paz de mi propia muerte?

Estoy sorda. ¿Es que no lo ves?

Ya es tarde. No te escucho ni te veo. No soy yo, soy otra, y hasta el fantasma de tu sombra me resulta un desconocido.

Norma Aristeguy.

sábado, 6 de abril de 2013

IMAGEN DEL PODER




Seguro, impecable, de obscena seriedad y rigidez de antepasados. Ilustrado el pensamiento a veces se yergue otras se arrodilla.

Sonríe huecamente sedado de maneras y eufemismos. Palabras primorosas y criterio muy solvente, acicaladas ideas en su discurso aprendido. Opresores valores para otros,
subrepticios permisos para él.

Calza un aliento indiferente. Resistente a la bebida, adicto a la apariencia padece de pomposa sencillez.

Consecuente, occidental, metalizado. Con la voz modulada en la costumbre de mandar,
todos los días.

Y la vida que estorbando en imprevistos, desordena e incomoda a la manía.

Junto a los lobos sacude su perfume de soberbia y soledad.

Acontece en su clase y sobrevive, hacía el final, como usted y como yo.

Norma Aristeguy

sábado, 9 de marzo de 2013

MUJER (Breve viaje de género)




Mis manos están atadas a la espalda y el cuerpo a un trapo blanco gigante que sujeta mi torso, mi alma y mi espíritu. No obstante respiro. Golpeo la cabeza en las paredes de este lugar donde otros alaridos blancos retumban con los míos.
Una muy pequeña banderola se sostiene casi llegando al techo, los rayos del sol entran sin permiso y comienzo a sentir un calor de siglos. Soy la bruja en la pira de la morbosidad ajena que contempla el espectáculo, y no escucha mis gritos de inocencia. La Santa Inquisición ha rapado mi cabeza, los cabellos son una invitación al pecado. Ardo indefinidamente ante los ojos de mujeres que habitan la maldad, de niños que asimilan la violencia, y de escupitajos de los hombres que me niegan como género.

Soy Ana la reina consorte, soy los pedazos de huesos luego de rodar mi cabeza por la historia que me maldecirá por no concebir al varón.

Soy Juana la traicionada por su padre, marido e hijo. La castigada por la ambición que vocifera a cuatro vientos mi locura para que el vulgo también me abandone. Soy la usurpada. La loca. Ciegamente enamorada y entregada. Mal vista por amar a un extranjero y ser su mujer en el lecho. El Sagrado Sacramento lava sus pies en la hipocresía. El amor sólo para procrear.

A veces me subo al andamio de los años y caigo entre los explotados para desandarme en canciones y derramarme por el arte de mi tierra. Soy Violeta, la que a pesar del mundo, aún vivo dando gracias a la vida.

Me retuerzo en Magdalena, esquivando las piedras que me perseguirán por siempre. Lapidada por amor y expuesta a la calumnia. Prejuicios ancestrales me plantan frente al espejo del futuro que se repite siempre igual en un círculo vicioso.

Soy una voz y una figura que traen inmensos estandartes, no son caballeros de gran estirpe, son luchadores los que los portan. Vienen al son de bombos con estruendo que reclaman por sus derechos en una tierra tantas veces colonizada. Descalabro de sangre indígena, e inmigrantes y desposeídos. Me he enfermado en intentos. He hecho lo que he podido. A costa de la peor de las traiciones: el desamor, la mentira, la deslealtad del hombre amado. Seguiré ondeando en el grito espasmódico de la Historia. “Quien quiera oír que oiga”.

Soy Alfonsina pariendo poesía sobrellevando muertes para resucitar en libertad. Soy Emily la que gesta soledades. Soy Virginia descubriendo nuevos rumbos soslayando la locura, muriendo en los espacios de mi prosa.

Soy todas y tantas. Soy ésta y aquella. Viví en épocas de cruzadas sangrientas, marché al paso de caudillos y generales. Pasé por todas las cortes, he sido reina, cortesana y ciudadana. Me he sometido al heredero varón y he presenciado la Carta Magna.

Se revuelcan de dolor mis polleras por los hijos maltratados, por los muertos en las guerras, por los vientres asaltados, por las cunas robadas, por la tortura de muchos.
Apogeo de intolerancia. Desborde de violencia. Vuelvo a arder como una hereje. Posesión y celos, combustible para dos que se han amado.
Emerjo del Viejo Mundo escapando del rojo infierno bíblico, sin saber que encontraría uno nuevo, el infierno blanco.

Sigo a oscuras. Está mi cuerpo rodeado por mí misma. Me han depositado en esta parte de la historia del universo. Aquí estoy, llevo puestos todos los nombres de mujeres, y vuelvo una y otra vez, para reparar las tres consonantes y las dos vocales encerradas en este chaleco que me quita las fuerzas planetarias.
Norma Aristeguy

La pintura que ilustra este texto es de: John William Waterhouse.